Es la hora. Me enfundo las mallas y mi camiseta de lycra ajustada, preparo la mochila con mi toalla, mi botella de agua y mis guantes. Arranco el coche camino del templo.
Una vez allí respiro hondo y comienzo a sentir ese olor característico a sudor, jabón y colonia. Miro a mi alrededor y veo vida, veo motivación, veo sufrimiento y pasión.
Me preparo en el vestuario, zapatillas, reloj y guantes, guardo mi mochila en la taquilla. Agarro mi toalla y mi botella de agua y saco pecho camino a la sala, al templo del sufrimiento y el placer. Me subo en la bicicleta mientras la gente va llegando y el monitor nos anima a comenzar a pedalear. charlas, risas y sonrisas mientras el monitor da comienzo a la sesión.
Nos muestra el gráfico de intensidad y da comienzo a la música. Pedaleo, subo resistencia y pedaleo, siento como mi cuerpo se siente incómodo y empiezo a notar mis folículos como se van abriendo, mi cuerpo está empezando a coger tono y calor.
Llega el subidón, mi mente, el sudor y el dubstep se fusionan en una armonía de colores, olores, tensiones y presión. No puedo más piensa mi cuerpo cuando el monitor nos motiva para subir resistencia y subir en la bicicleta.
De momento lo oigo, siento, cierro los ojos y disfruto con mis sentidos a flor de piel. Sí, lo estoy volviendo a sentir, la música entra por mis oídos estimulando mi mente, mente y corazón. Derrepente se me eriza la piel, siento que estoy en una nube, mi mente se fusiona con el opening de tomorrowland, esas voces colosales hacen que me evada entre resistencia y pedaleo.
No sé quien soy, no existe el dolor, no existen los problemas, no existe nadie, solo estoy yo pedaleando y sintiendo esa melodía por mis venas, me encuentro en el éxtasis, me encuentro en el clímax. Abro los ojos y vuelvo a la realidad, gente a mi alrededor con cara de sufrimiento, el monitor apasionado y el olor a sudor se vuelve cada vez más intenso, no importa, vuelvo a cerrar los ojos y vuelvo a mi nube.
No hay comentarios:
Publicar un comentario